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A la llegada al país de Oz hallaron al mago y le explicaron sus peticiones; pero este, antes que nada, les puso una condición: derrotar a la malvada bruja que tenía hechizado el reino. Y como unos guerreros se fueron a capturarla; cruzando un campo de amapolas, cuyo aroma les hizo caer en un profundo sueño, siendo atrapados por los monos voladores de la bruja. Al despertar se encontraron con la bruja frente a ellos, y Dorita, sin pensarlo, le echo encima un cubo de agua, sin saber que algo tan simple la haría desaparecer, y así fue, la bruja evaporó en un charco.
Al regresar descubren que el mago solo era un anciano farsante escondido tras una gran máquina, que no existía tal hechizo, y así es como se dieron cuenta que habían hallado aquello que tanto deseaban dentro de sí mismo, durante el largo viaje junto con sus amigos, que la fortaleza que vive dentro de cada uno de ellos, solo tenían que encontrarla. El espantapájaros había dejado de ser un objeto, fue tan útil como los demás; el hombre de hojalata pudo sentir el aprecio hacía sus amigos y el miedo hacía la bruja; y el león descubrió su valentía enfrentándose como un guerrero.El anciano, que no tenía nada de mago, así se lo confirmó y además les contó que llevaba allí mucho tiempo queriendo marcharse, y hasta tenía un globo mágico para huir. Dorita y Toto se fueron con él. Fue un viaje tan ajetreado que el viento hizo caer al perro y Dorita salto tras él. En su caída la niña soñó como el hada le decía: “tu sabes bien Dorita, que en ningún sitio se está como en casa”, imaginó su añorada casa, y allí apareció, sus tíos la despertaron, se había quedado dormida y todo resultó ser un sueño.
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