miércoles, 28 de enero de 2015

EL Fantastico Mago de Oz

En la granja de sus tíos vivía Dorita, una niña muy risueña y muy aburrida de vivir allí. Una tarde, Dorita y su perro Toto vieron como se avecinaba un tornado, corrieron hacia la granja pero el tornado les alcanzó; sus tíos no pudieron impedirlo viendo marchar a su querida sobrina y el perro por el cielo.
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Dorita y Toto aparecieron en un lugar totalmente distinto. Un hada les visitó y Dorita le preguntó por el camino de vuelta a casa, y esta la aconsejo preguntar al Mago de Oz, indicándoles un largo sendero dirección hacía el país de Oz. Entonces se pusieron en marcha y al rato se cruzaron con espantapájaros que, además de estar vivo, hablaba y pedía a gritos un cerebro, la niña le invito a acompañarla y así podría consultar al mago; y continuaron los tres. Después vieron un triste y decaído hombre de hojalata que se lamentaba, pues deseaba tener corazón, y Dorita le ofreció unirse al grupo y le pareció buena idea. Más tarde les sorprendieron un llanto, era un león miedica, que lloraba y lloraba, según decía, porque ansiaba valentía. Y todos juntos reanudaron el camino, en busca del mago.
A la llegada al país de Oz hallaron al mago y le explicaron sus peticiones; pero este, antes que nada, les puso una condición: derrotar a la malvada bruja que tenía hechizado el reino. Y como unos guerreros se fueron a capturarla; cruzando un campo de amapolas, cuyo aroma les hizo caer en un profundo sueño, siendo atrapados por los monos voladores de la bruja. Al despertar se encontraron con la bruja frente a ellos, y Dorita, sin pensarlo, le echo encima un cubo de agua, sin saber que algo tan simple la haría desaparecer, y así fue, la bruja evaporó en un charco.
Al regresar descubren que el mago solo era un anciano farsante escondido tras una gran máquina, que no existía tal hechizo, y así es como se dieron cuenta que habían hallado aquello que tanto deseaban dentro de sí mismo, durante el largo viaje junto con sus amigos, que la fortaleza que vive dentro de cada uno de ellos, solo tenían que encontrarla. El espantapájaros había dejado de ser un objeto, fue tan útil como los demás; el hombre de hojalata pudo sentir el aprecio hacía sus amigos y el miedo hacía la bruja; y el león descubrió su valentía enfrentándose como un guerrero.El anciano, que no tenía nada de mago, así se lo confirmó y además les contó que llevaba allí mucho tiempo queriendo marcharse, y hasta tenía un globo mágico para huir. Dorita y Toto se fueron con él. Fue un viaje tan ajetreado que el viento hizo caer al perro y Dorita salto tras él. En su caída la niña soñó como el hada le decía: “tu sabes bien Dorita, que en ningún sitio se está como en casa”, imaginó su añorada casa, y allí apareció, sus tíos la despertaron, se había quedado dormida y todo resultó ser un sueño.
http://cuentoscortosparaniños.org/el-mago-de-oz/

EL Patito menos guapo!


Erase una bella patita que se casó y al poco tiempo puso muchos huevos. Casi todos eran blancos y perfectos pero uno de ellos era completamente distinto. Tenía un color pardo y manchas alrededor.poco o a poco los cascarones se fueron rompiendo, y el último en salir fue el del huevo pardo. El patito que salió era muy extraño, tenia una cabeza muy grande y unas plumas  y picos oscuros que hicieron que sus hermanos en seguida le cogiesen manía.
Todo el mundo se reía y aislaba al pobre patito. Ni siquiera los ruegos de su padre, un bonito y gallardo pato, hicieron que parasen de marginar al joven patito. Incluso su propia madre lo miraba como si fuera un monstruo, y esto era lo que al patito feo, que así era como lo llamaban, más triste le ponía.
Al cabo del tiempo el patito no pudo más y decidió marcharse solo para que nadie más le hiciera daño y se burlase de él. Su padre, que le quería mucho, estuvo buscándole durante un tiempo e incluso su madre se arrepintió de haberle tratado mal, pero el
patito ya había emprendido un camino en solitario para encontrar la felicidad.
Paso por muchos lugares, muchos en los que había también patos pero no encontraba a nadie como él y todos seguían apartándose en su presencia. Pero el patito feo no se daba por vencido y siguió viajando hasta que un día llego a un gran lago de aguas cristalinas.
En ese lago había dos aves blancas como la nieve, con un largo cuello y tan hermosas que el patito se quedo mirándolas mucho rato, embobado. Al principio pensó en no acercarse porque unos animales tan bonitos seguramente le rechazarían, pero al final se armó de valor y fue hacia donde se encontraban.

Los cisnes, porque eso eran aquellos bellos animales, nada más al verle se acercaron y lo invitaron a unirse a ellos. El patito feo, sorprendido pero feliz, se acercó y así pudo nadar con alguien sin sentirse rechazado. Pero cual fue su sorpresa al darse cuenta de que a los pocos días sus plumas pardas y oscuras empezaban a caerse y le salían otras nuevas, completamente blancas. También su cuerpo empezó a hacerse más grande y elegante.
En seguida el patito feo se dio cuenta de lo que pasaba: él no era ningún patito feo, de hecho un era un pato sino un cisne. A partir de entonces el cisne que había sido un patito feo vivió feliz con los suyos y se dio cuenta de que todos los animales son hermosos a su manera y merecen vivir rodeados de amor.
 https://www.youtube.com/watch?v=nfx4j3ihcoA

jueves, 22 de enero de 2015

Jack y las alubias mágicas

Jack vivía con su madre, que era viuda, en una cabaña del bosque. Como con el tiempo fue empeorando la situación familiar, la madre determinó mandar a Jack a la ciudad, para que allí intentase vender la única vaca que poseían. El niño se puso en camino, llevando atado con una cuerda al animal, y se encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas. -Son maravillosas -explicó aquel hombre-. Si te gustan, te las daré a cambio de la vaca. Así lo hizo Jack, y volvió muy contento a su casa. Pero la viuda, disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las habichuelas y las arrojó a la calle. Después se puso a llorar.
Cuando se levantó Jack al día siguiente, fue grande su sorpresa al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche, que las ramas se perdían de vista. Se puso Jack a trepar por la planta, y sube que sube, llegó a un país desconocido. Entró en un castillo y vio a un malvado gigante que tenía una gallina que ponía un huevo de oro cada vez que él se lo mandaba. Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina, escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y descolgándose, tocó el suelo y entró en la cabaña.
La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de oro, y con su producto vivieron tranquilos mucho tiempo, hasta que la gallina se murió y Jack tuvo que trepar por la planta otra vez, dirigiéndose al castillo del gigante. Se escondió tras una cortina y pudo observar como el dueño del castillo iba contando monedas de oro que sacaba de un bolsón de cuero.

 

En cuanto se durmió el gigante, salió Jack y, recogiendo el talego de oro, echo a correr hacia la planta gigantesca y bajó a su casa. Así la viuda y su hijo tuvieron dinero para ir viviendo mucho tiempo. Sin embargo, llegó un día en que el bolsón de cuero del dinero quedó completamente vacío.
Se cogió Jack por tercera vez a las ramas de la planta, y fue escalándolas hasta llegar a la cima. Entonces vio al ogro guardar en un cajón una cajita que, cada vez que se levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro. Cuando el gigante salió de la estancia, cogió el niño la cajita prodigiosa y se la guardó. Desde su escondite vio Jack que el gigante se tumbaba en un sofá, y un arpa, oh maravilla!, tocaba sola, sin que mano alguna pulsara sus cuerdas, una delicada música. El gigante, mientras escuchaba aquella melodía, fue cayendo en el sueño poco a poco
Apenas le vio así Jack, cogió el arpa y echó a correr. Pero el arpa estaba encantada y, al ser tomada por Jack, empezó a gritar: -Eh, señor amo, despierte usted, que me roban! Despertose sobresaltado el gigante y empezaron a llegar de nuevo desde la calle los gritos acusadores: -Señor amo, que me roban! Viendo lo que ocurría, el gigante salió en persecución de Jack. Resonaban a espaldas del niño pasos del gigante, cuando, ya cogido a las ramas empezaba a bajar. Se daba mucha prisa, pero, al mirar hacia la altura, vio que también el gigante descendía hacia él.
No había tiempo que perder, y así que gritó Jack a su madre, que estaba en casa preparando la comida: -Madre, traigame el hacha en seguida, que me persigue el gigante! Acudió la madre con el hacha, y Jack, de un certero golpe, cortó el tronco de la trágica habichuela. Al caer, el gigante se estrelló, pagando así sus fechorías, y Jack y su madre vivieron felices con el producto de la cajita que, al abrirse, dejaba caer una moneda de oro.



Rapunzel

Había una vez una pareja que hacía mucho tiempo deseaba tener un bebé. Un día, la mujer sintió que su deseo ¡por fin! se iba a realizar. Su casa tenía una pequeña ventana en la parte de atrás, desde donde se podía ver un jardín lleno de flores hermosas y de toda clase de plantas. Estaba rodeado por una muralla alta y nadie se atrevía a entrar porque allí vivía una bruja.
Uno de mis cuentos preferidos...http://www.pequelandia.org/cuentos/desiempre/rapunzel/

Un día, mirando hacia el jardín, la mujer se fijó en un árbol cargadito de espléndidas manzanas que se veían tan frescas que ansiaba comerlas. Su deseo crecía día a día y como pensaba que nunca podría comerlas, comenzó a debilitarse, a perder peso y se puso enferma. Su marido, preocupado, decidió realizar los deseos de la mujer. En la oscuridad de la noche el hombre cruzó la muralla y entró en el jardín de la bruja. Rápidamente cogió algunas de aquellas manzanas tan rojas y corrió a entregárselas a su esposa. Inmediatamente la mujer empezó a comerlas y a ponerse buena. Pero su deseo aumentó, y para mantenerla satisfecha, su marido decidió volver al huerto para recoger mas manzanas. Pero cuando saltó la pared, se encontró cara a cara con la bruja. "¿Eres tu el ladrón de mis manzanas?" dijo la bruja furiosa. Temblando de miedo, el hombre explicó a la bruja que tubo que hacerlo para salvar la vida a su esposa.  
Entonces la bruja dijo, "Si es verdad lo que me has dicho, permitiré que recojas cuantas manzanas quieras, pero a cambio me tienes que dar el hijo que tu esposa va a tener. Yo seré su madre." El hombre estaba tan aterrorizado que aceptó. Cuando su esposa dio a luz una pequeña niña, la bruja vino a su casa y se la llevó. Era hermosa y se llamaba Rapunzel. Cuando cumplió doce años, la bruja la encerró en una torre en medio de un cerrado bosque. La torre no tenía escaleras ni puertas, sólo una pequeña ventana en lo alto. Cada vez que la bruja quería subir a lo alto de la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba: "¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza! Rapunzel tenía un abundante cabello largo, dorado como el sol. Siempre que escuchaba el llamado de la bruja se soltaba el cabello, lo ataba en trenzas y lo dejaba caer al piso. Entonces la bruja trepaba por la trenza y se subía hasta la ventana.
Un día un príncipe, que cabalgaba por el bosque, pasó por la torre y escuchó una canción tan gloriosa que se acercó para escuchar. Quien cantaba era Rapunzel. Atraído por tan melodiosa voz, el príncipe buscó entrar en la torre pero todo fue en vano. Sin embargo, la canción le había llegado tan profundo al corazón, que lo hizo regresar al bosque todos los días para escucharla. Uno de esos días, vio a la bruja acercarse a los pies de la torre. El príncipe se escondió detrás de un árbol para observar y la escuchó decir: "!Rapunzel! ¡Rapunzel!, ¡lanza tu trenza!" Rapunzel dejó caer su larga trenza y la bruja trepó hasta la ventana. Así, el principe supo como podría subir a la torre.
Al día siguiente al oscurecer, fue a la torre y llamó: "¡Rapunzel!, ¡Rapunzel!, "¡lanza tu trenza!" El cabello de Rapunzel cayó de inmediato y el príncipe subió. Al principio Rapunzel se asustó, pero el príncipe le dijo gentilmente que la había escuchado cantar y que su dulce melodía le había robado el corazón. Entonces Rapunzel olvidó su temor. El príncipe le preguntó si le gustaría ser su esposa a lo cual accedió de inmediato y sin pensarlo mucho porque estaba enamorada del príncipe y porque estaba deseosa de salir del dominio de esa mala bruja que la tenía presa en aquel tenebroso castillo.
El príncipe la venía a visitar todas las noches y la bruja, que venía sólo durante el día, no sabía nada. Hasta que un día, cuando la bruja bajaba por la trenza oyó a Rapunzel decir que ella pesaba mas que el príncipe. La bruja reaccionó gritando: "Así que ¿has estado engañándome?" Furiosa, la bruja decidió cortar todo el cabello de Rapunzel, abandonándola en un lugar lejano para que viviera en soledad.
Al volver a la torre, la bruja se escondió detrás de un árbol hasta que vio llegar al príncipe y llamar a Rapunzel. Entonces enfurecida, la bruja salió del escondite y le dijo: "Has perdido a Rapunzel para siempre. Jamás volverás a verla". Por lo que el príncipe se quedó desolado. Además, la bruja le aplicó un hechizo dejando ciego al príncipe. Incapacitado de volver a su castillo, el príncipe acabó viviendo durante muchos años en el bosque hasta que un día por casualidad llegó al solitario lugar donde vivía Rapunzel. Al escuchar la melodiosa voz, se dirigió hacia ella. Cuando estaba cerca, Rapunzel lo reconoció. Al verlo se volvió loca de alegría, pero se puso triste cuando se dio cuenta de su ceguera. Lo abrazó tiernamente y lloró. Sus lágrimas cayeron sobre los ojos del príncipe ciego y de inmediato los ojos de él se llenaron de luz y pudo volver a ver como antes. Entonces, felices por estar en reunido con su amor, los dos se casaron y vivieron muy felices. 

jueves, 15 de enero de 2015

La Jirafa Dromedaria

Érase una vez una Jirafa Dromedaria que habitaba en la sabana africana…ç
Esta curiosa jirafa vivía al margen de su manada porque… ¡apenas se le parecía en nada!.
Este cuento es de http://www.bosquedefantasias.com/recursos/cuentos-infantiles-cortos/cuento-la-jirafa-dromedaria y es un cuento muy original!
Su lomo asemejábase más al de un camello, o a un dromedario (o a un tobogán), y ni siquiera gozaba del cuello largo y rectilíneo del que disfrutaban el resto de las jirafas de aquella sabana. Ninguna de sus parientes jirafas podía ver en ella ni a una tía, ni a una hermana, ni siquiera a una prima lejana; ni contemplaban tampoco al verla, a alguien con quien compartir el agua o las sabrosas acacias. Recelosas, observaban muy erguidas en las alturas a aquel extraño animal, cuasi jorobado, que tanto se les acercaba.
La Jirafa Dromedaria cansada, con el tiempo, de agazaparse y correr siempre al rebufo del resto de la manada, decidió vagar sola por la sabana en busca de más jirafas dromedarias, en busca de una auténtica familia que en apenas algo se le asemejara.
Tras un tiempo observando y buscando su nuevo hogar, la Jirafa Dromedaria creyó haberlo encontrado al ver el pelaje de un leopardo, intentando camuflarse entre el pastizal.
Acercóse la insensata jirafa hacia el fiero animal, hasta que sus finos y largos bigotes pudo casi palpar. Pero el leopardo (creyendo ver al mismísimo demonio en la piel de un camello con sarampión) se quedó tan congelado cuando la llegó a observar, que concedió a la jirafa el tiempo justo para lograr escapar. Y emprendiendo como pudo una carrera, al trote de un paso muy vacilante y torpón, la Jirafa Dromedaria de nuevo retomó la búsqueda de su familia de verdad.
Harta de trotar para escapar del leopardo y de un posible ataque fatal, creyó divisar a lo lejos un paraíso de antílopes colosal. En la distancia, pudo olisquear el aroma de las hojas y de las vainas frescas que cubrían parte de los terrenos de aquel esbelto y bello animal, y cansada y apurada por el hambre, pensó haber llegado al hogar.
A su llegada, los antílopes no dudaron en dar la bienvenida a aquella invitada curiosa y particular. Agasajaron a la jirafa con hierbas frescas de temporada y, al anochecer, la acomodaron en un humilde rincón fresco de pasto para que pudiese reposar. Al día siguiente, ya descansada, la Jirafa Dromedaria se divirtió de lo lindo con las pequeñas y juguetonas crías del grácil antílope, las cuales se deslizaban por su espalda jorobada, como si recorriesen mil rampas a lomos de un tobogán. Qué gracia en sus saltos y movimientos… ¡qué cariño en cada uno de sus gestos!
La Jirafa Dromedaria, por primera vez, parecía formar parte de un grupo, de una manada; y nunca más se puso en marcha en busca de familiares por la sabana.
Qué extraño resultaba verla en medio de aquella tribu africana. ¡Qué familia tan disparatada formaban! Y qué felices los niños junto a su nueva amiga del alma.

miércoles, 14 de enero de 2015

Crista el Hada del Invierno

Crista era una pequeña hada del invierno, todos los días trabajaba arduamente para crear los más bellos copos de nieve y los guardaba con suma delicadeza, cuando su jornada laboral terminaba tachaba un día más en su calendario y se llenaba de emoción: El día de la visita a la Tierra llegaba. Sería su primera vez y estaba dispuesta a hacer todo para ser el hada destacada de la visita.
El gran día llegó,  Crista se levantó muy temprano y dedicó todo su esfuerzo a mantenerse atenta a las instrucciones que el hada guía decía, entre las que incluían no dañar los copos de nieve, no separarse del grupo, no tener contacto con los humanos y un montón de reglas más; a cada hada se le asignó una cantidad de copos para esparcir y  levantaron el vuelo.
Al principio todo iba muy bien, Crista estaba muy emocionada pero tranquila, hasta que lo vio… el humano más guapo del mundo, o al menos eso era lo que pensaba ella ya que nunca había visto uno.  La curiosidad fue más grande que su sueño y comenzó a seguir al humano alejándose poco a poco del grupo. En un descuido tiró todos los copos de nieve, lo que provocó un desastre en la tierra, pero a ella no le importó y continuó siguiendo al humano.
Horas después, estaba agotada. Ya se había dado cuenta de que había perdido el rumbo y el grupo con el que estaba se encontraba lejos de ella, incluso podrían haber llegado ya a casa… El humano resultó ser interesante, tenia una cosa que llamó “Jaula” y eso provocó que la curiosidad de Crista estallara. En aras de descansar y ver de cerca el artefacto, se sentó junto a la jaula y comenzó a tocar los barrotes de metal… luego pasó lo peor: La jaula se cerró dejándola atrapada dentro, el humano sonrió con malicia al verla y jamás se volvió a saber de Crista.
Una cosa está clara: Si dejas que la curiosidad te lleve lejos de tus sueños las consecuencias pueden ser realmente graves e impredecibles.

La Gran Carrera en el Mundo Mágico

Duendes y hadas habitaban todos juntos en el reino de Mundo Mágico, un lugar donde la magia y la fantasía brotaban por todas partes.Un día, a alguien se le ocurrió organizar una competición para ver quién era mejor, si los duendes o las hadas. A todos les pareció una gran idea, pero no se ponían de acuerdo en el tipo de competición que sería más justo. Las hadas tenían alas, y eso era una gran ventaja si decidían hacer una carrera. Después de mucho discutir, decidieron entre todos que lo mejor sería hacer una carrera ciclista.
Duendes y hadas empezaron a montar en bici durante varias horas al día. Tenían que ponerse en forma para la carrera. El premio era increíble: el que ganara gobernaría sobre Mundo Mágico para siempre.

La noticia de la carrera ciclista de Mundo Mágico llegó a todos los rincones del reino. Cuando las brujas se enteraron salieron de sus escondites en los que las hadas las habían castigado a permanecer por sus fechorías. Gobernar Mundo Mágico era algo por lo que merecía la pena arriesgarse a incumplir el castigo que las hadas les habían impuesto.

Cuando los magos descubrieron que las brujas habían reclamado su derecho a participar en la carrera, ellos también decidieron asistir.

- Esas brujas jamás podrán con nosotros -decían los duendes-. Y si hacen trampa, serán descalificadas.
- ¿Qué se habrán creído esas? -decían las hadas-. Si apenas pueden caminar sin bastón, ¿cómo pensarán hacer para montar en bicicleta?

Hadas y duendes estaban muy confiados en que las brujas no tenían nada que hacer, y siguieron con sus entrenamientos, sin prestar atención a lo que ellas hacían.

Y llegó el día de la carrera. El juez dio el pistoletazo de salida. El equipo de las hadas se colocó enseguida en cabeza, pedaleando con furia. Los duendes pronto las alcanzaron, seguros de que podían ganarles. Las brujas se quedaron detrás, pedaleando con dificultad.

A dos vueltas del final, las brujas empezaron a pedalear cada vez más y más deprisa. En media vuelta habían acortado la distancia y casi habían alcanzado a duendes y hadas, que se disputaban el primer puesto.

- ¡Tenemos que hacer algo! -dijo un duende.
- ¡Nos han engañado! -dijo un hada-. Nos han hecho pensar que estaban débiles y ahora no tenemos nada que hacer. Estamos agotadas.
- ¡Nosotros también! -dijo otro duende-. ¡No podemos pedalear más rápido!

Entonces un hada tuvo una idea:
- ¿Y si nos juntamos en un mismo equipo y pedaleamos todos juntos? Entre todos podemos plantarles cara. El más fuerte y rápido de los duendes y la más fuerte y rápida de las hadas, que aceleren. Los demás crearemos un pelotón lento y cerrado que impida pasar a las brujas pasar.

A todos les pareció un idea excelente. Los más rápidos aceleraron, mientras los demás empezaron a pedalear más despacio, formando un muro de varias hileras por el que no había manera de pasar.

Y así fue como hadas y duendes unieron sus fuerzas para evitar que las brujas ganaran la carrera y se hicieran con el control de Mundo Mágico.

Pero, ¿entonces quién creéis que ganó la carrera? El duende y el hada que salieron delante decidieron cruzar juntos la línea de meta, porque ganar una carrera no hacía a unos mejores que a otros. Ya habían demostrado que juntos podían solucionar grandes problemas.